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jueves, 18 de abril de 2013

LA NARANJA MECÁNICA: Adams Probe 16


La naranja mecánica es una novela de 1962 de Anthony Burgess, llevada al cine en 1971 por Stanley Kubrick. Supone un análisis crítico de la sociedad y su evolución a formas cada vez más violentas y autoritarias.



EL LIBRO
Burgess era un notable estudioso de Joyce y, como él, gustaba de juegos de palabras y cacofonías, por lo que ideó una jerga para los personajes de esta obra (el "nadsat") con el fin de hacerla atemporal, según él. Lo cierto es que un error médico le auguró seis meses de vida, en los que decidió escribir una obra que permitiese a su familia vivir tras su inevitable fallecimiento. La obra tuvo éxito, su enfermedad no era tal y nunca logró siquiera acercarse de nuevo al éxito de esta vanguardista novela.


LA PELÍCULA
La versión cinematográfica está basada en la edición estadounidense del libro (a la que le falta el capítulo 21 por un malentendido con su editora) y supuso una alegoría al libre albedrío: la elección del individuo frente a la moral arbitraria impuesta. Muy explícita en sus muestras de sexo y violencia, acompaña su variable ritmo con versiones electrónicas de Beethoven creadas por el ingeniero musical  Walter Carlos con un sintetizador creado por él mismo.


EL COCHE
En la película podemos ver esporádicamente algún vehículo (una Ariel Arrow, un camión Bedford TK, un Land Rover, un Escarabajo y una Ford Transit), pero hay uno que sí tiene relevancia en la trama pues sigue el ideario futurista, peligroso y agresivo de la obra (ver primera foto).
Se trata de un Adams Probe 16 de 1970 con motor del Austin 1800 Maxi de casi 100 CV.
Denominado en la película como Durango 95, sólo se fabricaron 3 unidades con su chasis de madera y carrocería de fibra de vidrio de sólo 87 cm. de altura. Fueron diseñados por los artífices de los deportivos Marcos.
Uno se incendió, el segundo reside en Canadá y el tercero (el empleado en la película) se encuentra en mal estado de conservación en su Gran Bretaña original (puedes verlo en Top Gear T5 Cap.02).

Así imaginaban a finales de los 60 cómo serían nuestros deportivos de hoy en día.
La verdad es que no eran unos visionarios precisamente, al menos en cuanto a automoción se refiere.


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